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¿Qué es la crianza de un vino?
La definición de “crianza” se refiere a los vinos sometidos a un proceso controlado de envejecimiento para modificar y mejorar los caracteres organolépticos del vino, gracias a fenómenos de origen físico, químico y biológico.
La crianza puede ser realizada en distintos envases y sometida a diferentes condiciones de envejecimiento. Este proceso se clasifica en:
Crianza oxidativa: Tienen este tipo de crianza los vinos envejecidos en envases de madera de diferentes capacidades: Olorosos de Jerez, Oportos, Madeiras, Fondillones de Alicante, vinos rancios, dulces, entre otros.
Crianza reductora: Se envejecen en la botella los vinos blancos de variedades Chardonnay, Riesling, Godello, Semillon.
Crianza biológica: Se realiza en vinos criados en barrica o botella, que deben sus rasgos a la autolisis de levaduras en la o a su permanencia bajo un velo de levaduras vivas, como hacen los finos de Jerez.
Crianza mixta: Se aplica a los tintos, los cuales se someten a una primera etapa de ligera oxidación en barrica, que luego se redondearán en una etapa posterior y más larga de evolución en la botella. Los grandes tinto del mundo se envejecen por este sistema: Rioja, Burdeos, Barolo, Borgoña, y algunos blancos.
Crianza sobre lías y crianza en botella.
Crianza sobre lías: El vino permanece sobre los restos de levaduras de la primera o segunda fermentación, ya sea en botella, o en pequeños envases de madera, barricas de roble o depósitos de mayor capacidad. En este proceso se producen los fenómenos de oxidación y reducción, además la autolisis, de la muerte de las levaduras. Con la ruptura de las paredes celulares de las levaduras se busca por un lado proteger al vino de una posible oxidación, mayor de densidad y untuosidad al vino mejorando las características espumantes en el caso de los espumosos.
Crianza en botella: El vino es sometido a un ambiente reductor. La crianza en botella se convierte en complemento ideal tras la crianza en barrica.
Semi-crianza o Roble: El vino ha pasado menos de seis meses en la barrica, sin llegar a los periodos de crianza. Estos vinos tienen una vida un poco más larga que la de los vinos jóvenes.
Crianza: Se comercializa en su tercer año de vida, después de pasar al menos un año en barrica, en el caso de los tintos. El resto del tiempo envejece en botella antes de ser etiquetado. Estos vinos pueden aguantar de cinco a diez años de vida, en función de las condiciones de almacenaje.
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